Momo, de Michael Ende

 


Sinopsis:

Momo es una niña muy especial, posee la maravillosa cualidad de hacer sentir bien a todo aquel que la escucha. Pero la llegada de los hombres grises, que pretenden apoderarse del tiempo de las personas, va a cambiar su vida. Será la única en no dejarse engañar y con la ayuda de la tortuga Casiopea y del Maestro Hora, emprenderá una aventura fantástica contra los ladrones de tiempo.


Ficha:

Título: Momo

Autor: Michael Ende

Editorial: Alfaguara

Portada: Michael Ende

Número de páginas: 314



Sobre el autor:

Michael Ende nació en 1929 en la localidad alemana de Garmisch-Pantenkirschen, cerca de la frontera austriaca. Hijo único del pintor Edgar Ende, su padre fue la persona que ejerció más influencia en su vida y con él mantuvo siempre una fuerte relación.

Sus primeros años escolares de mal estudiante transcurrieron en las escuelas antroposóficas de Rudolf Steiner. Después, cursó estudios en la Escuela de Teatro de Múnich y trabajó varios años como actor. Más tarde abandonó esta profesión para dedicarse a escribir, pues "escribir, para mí, es una forma de experimentar la aventura de la vida". Publicó su primer libro infantil en 1960, a los 31 años, con gran éxito. Después han llegado otros triunfos mayores con obras como La historia interminable o Momo, ambas llevadas al cine. 

Tras vivir casi quince años en Roma, más tarde se traslada a su Baviera natal.

El 29 de agosto de 1995, a los 66 años, Michael Ende fallece en un hospital próximo a Stuttgart.






Reseña:

Entre las cuentas pendientes en mi haber, una de las más destacadas era Momo. Hace muchísimos años tuve en mis manos el libro, en la biblioteca de mi colegio, leí su sinopsis y me atrajo. Sin saber muy bien el motivo, fui postergando su lectura. Con el paso del tiempo, mis intereses fueron por otros caminos y prioricé otro tipo de lecturas. Hace unos meses, en el podcast de Red Key Books —editorial que ha iniciado su andadura este mismo año y de la cual recomiendo encarecidamente escuchar su programa sobre literatura— me recordaron que Michael Ende seguía esperando pacientemente a que leyese sus dos obras cumbres, la que nos ocupa, y La historia interminable. Aquí inicio el pago de esa deuda que al final ha resultado ser un regalo más que un tick en la lista de libros históricos pendientes.

Momo, como todo gran libro juvenil, tiene dos lecturas. Una más superficial que funciona a las mil maravillas como libro de fantasía y que cualquier alumno de 5º o 6º curso —en adelante— podrá disfrutar perfectamente. Fácil de leer, con encanto, un libro en el que "viven" personajes memorables y un misterio detrás que atrapa hasta su última página. Momo es una niña especial, que vive sola en un anfiteatro. Allí acuden todo tipo de personas para compartir su día a día con ella, para jugar en el caso de los niños o simple y llanamente para disfrutar de la mejor cualidad que tiene nuestra protagonista: escuchar. La personalidad de Momo y su relación con los demás supone en sí mismo un motivo suficiente para acercarse a esta obra. 

Pero Momo también tiene una segunda capa, que se puede trabajar en clase con los alumnos. Una capa que el lector más adulto va a disfrutar enormemente y que desde los 12 años puede que —quizá con un poco de ayuda— vayan descubriendo ellos solos. Esta segunda capa trata temas que siguen perfectamente vigentes hoy en día, aunque Momo tenga a sus espaldas casi medio siglo, que se dice pronto, lo cual habla muy bien del libro de Ende y mal de cómo ha evolucionado todo en este tiempo.

En mi opinión, una vez aclarado que el libro funciona genial como mero entretenimiento, es esta segunda capa en la que hay que detenerse. En primer lugar, Momo habla sobre el consumismo de las sociedades humanas. Hay una referencia clarísima a la pérdida de la felicidad cuando una sociedad se ve abocada al objetivo máximo de trabajar más para ganar más y finalmente tener más bienes materiales. Hay una doble lectura encarnada en los personajes de "los hombres grises" que han llegado para robar el tiempo a las personas. Estos personajes suponen una alegoría de las grandes empresas que tanto influyen en nuestro día a día y que parecen dirigir el camino de nuestras vidas. No es una crítica dura, puesto que se esconde detrás de un libro juvenil, pero es profunda y remueve conciencias de forma inexorable. 

Hay otros temas, como la orfandad, la amistad, las relaciones sociales, el aprovechamiento de nuestro tiempo libre, la crítica hacia el autoritarismo o la imposición de un modo de aprendizaje en lugar de dar más libertad a los niños en todos los sentidos, pero básicamente todos ellos quedan englobados en uno: la búsqueda de la felicidad. 

Creo que Momo debería leerse dos veces en la vida como mínimo. Una primera vez, a edad temprana y otra cuando estés capacitado para entender todos los dobles sentidos y puedas rascar en todas las capas que ofrece su lectura. Haciendo un símil, me ha recordado a las grandes películas de Pixar, tan disfrutables para cualquier tipo de público y con un trasfondo en el que los adultos pueden escarbar para buscar mucho más allá de su atractiva superficie. 

Los personajes de Momo están perfectamente definidos. Además, esconden detrás una personalidad cada uno de ellos lo suficientemente distinta como para apoyarse en los temas que Ende quiere trabajar con ellos. Gigi y Beppo son los grandes secundarios, pero el Maestro Hora o los hombres de gris también quedan en el recuerdo. El primero por sus reflexiones y los segundos por representar la otra cara de la moneda del personaje de Momo.

En definitiva, Momo es un libro que no ha envejecido. Que se puede leer en clase con los alumnos, en vuestras casas si estáis buscando una lectura atractiva de aventuras y fantasía pero también si lo que estáis buscando es una lectura que haga reflexionar sobre uno de los males más endémicos de nuestra sociedad: el objetivo de vida que muchas personas tienen o tenemos totalmente equivocado. 



Momo era la única que podía esperar durante tanto tiempo y que comprendía lo que decía. Sabía que se tomaba todo ese tiempo para no decir nunca nada que no fuese cierto. Porque, en su opinión, todas las desgracias de este mundo provenían de las muchas mentiras: tanto de las intencionadas, como también de las involuntarias, las que se debían a las prisas  a la imprecisión. 

                             Sobre Beppo Barrendero.


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