Los Tambores del Dios Negro, de P. Djèlí Clark

 


Sinopsis:

Trepadora quiere abandonar las calles de Nueva Orleans, donde lleva largo tiempo luchando por sobrevivir. Desea levantar el vuelo y, para lograrlo, ha trazado un plan que implica asegurarse una plaza a bordo de la Ladrona de Medianoche, la famosa aeronave contrabandista. Trepadora sabe que solo lo conseguirá si se gana la confianza de su capitana Ann-Marie, y la oportunidad se le presenta al descubrir que un científico haitiano ha sido secuestrado y que su rapto guarda relación con Los Tambores del Dios Negro, una poderosa y mítica arma.

Pero este no es el único secreto que Trepadora custodia: cuando era una niña, Oiá, la diosa africana del viento y la tormenta, depositó en ella sus poderes. Ahora, la diosa tiene sus propios planes para Trepadora y Ann-Marie.


Ficha:

Título: Los Tambores del Dios Negro.

Autor: P. Djèlí Clark..

Editorial: Obscura Editorial.

Portada: David G. Vaquero. 

Traducción: Raúl García Campos.

Postfacio: Cristina Jurado.

Número de páginas: 132.






Sobre el autor:

Phenderson Djèlí Clark es autor de varias obras reconocidas dentro del medio, entre ellas destacan las novelas cortas La maldición del tranvía 015Ring Shout y Los Tambores del Dios Negro.

Ha sido galardonado con el premio Nebula y Locus y nominado al Hugo. Sus historias han aparecido en numerosas revistas de prestigio y antologías dedicadas a la fantasía y la ciencia ficción.

En la actualidad vive en un pequeño castillo de estilo eduardiano en Nueva Inglaterra, donde donde trabaja como historiador acompañado por su mujer, sus hijas y un dragón como mascota.

Puedes leer sus divagaciones sobre ficción especulativa, política y diversidad en su blog The Disgruntled Haradrim.






Reseña:

Djèlí Clark es uno de los autores que con más asiduidad pisa por este blog. Sus novelas cortas La maldición del tranvía 015 y Ring Shout, reseñadas con anterioridad colmaron mis expectativas. Es turno ahora para comprobar si Los Tambores del Dios Negro, publicado por Obscura Editorial, vuelve a satisfacer mis ansias por leer fantasía desde una perspectiva cultural ajena a la nuestra. 

Nos encontramos ante una novela corta, que se lee en un suspiro, ya que supera por poco las 100 páginas. Podríamos hablar incluso de un relato largo. No obstante, en tan poco espacio el autor desarrolla una aventura envuelta en un mundo espectacular. 

Una ciudad, Nueva Orleans, que sirve de telón de fondo para Trepadora, nuestra protagonista. No obstante, la ciudad, el envoltorio, su significado como localización que acoge a cualquiera y como territorio libre, es lo que marcará el recuerdo del lector sin ningún tipo de duda. Una Nueva Orleans que reescribe la historia para narrarnos una ucronía. Clark combate los temas que le preocupan reescribiendo la realidad de nuestra sociedad, creando un lugar en el que los esclavos se revelaron y tomaron el mando. El colonialismo, las minorías étnicas, el racismo, quedan aquí como elementos superados dentro de la ciudad de Trepadora. Además, introduce elementos del llamado steampunk que enriquecen todavía más el worldbuilding. 

Siendo una historia directa como es, sin rodeos, con un ritmo elevado y que logra contar lo que pretende de forma sobresaliente, lo cierto es que me he quedado con las ganas de salir de Nueva Orleans y profundizar en los territorios sobre los que se perfila algún detalle, así como del orden mundial que el autor deja bocetado. Creo que el mundo de Los Tambores del Dios Negro se puede estirar en futuras obras como por ejemplo hizo con el de La maldición del tranvía 015

Trepadora, como decía antes, es quien lleva la voz cantante de nuestra historia. Una adolescente que malvive en la ciudad buscándose la vida y quien presencia una conversación que podría cambiar el devenir de su vida. A partir de aquí, se inicia una carrera por tratar de solucionar un conflicto que podría derivar con la caída en manos peligrosas de un artefacto capaz de arrasar ciudades

La personalidad de Trepadora, su fortaleza, su terquedad, las ganas por tratar de evolucionar en su vida y no quedarse encasillada como una ratera de barrio, tiene el encanto suficiente como para aguantar sobre sus hombros el peso de todo el libro. No obstante, vamos desentrañando poco a poco elementos propios de la fantasía como la participación de dioses que viven en connivencia con algunos seres humanos que redondean el conjunto. Estos dioses tienen sus raíces en el folclore africano. Es aquí donde nuevamente me gana abriendo ciertos conocimientos que hasta ahora me eran desconocidos. De algún modo, se trata de enlazar la importancia de las costumbres, de la cultura y de las raíces de quienes por un motivo u otro residen lejos de su tierra natal. Quizá no sea necesario para la historia que se nos narra, pero me quedo con la sensación de querer saber mucho más de este aspecto. 

La dupla que forma Trepadora con Ann-Marie, la capitana de una aeronave que se dedica al contrabando, tiene una química fantástica. Y la aparición de ciertos personajes secundarios, como suele ser habitual en las obras de Clark, dan mayor fuerza al conjunto. En este punto, me gustaría resaltar al personaje que hace de enemigo central. Aparece poco y no se desarrolla demasiado pero cuando lo hace, llena las páginas de una sensación de peligro muy lograda. 

En definitiva, tengo la sensación de que, de nuevo, Djèlí Clark vuelve a usar su obra como vehículo para narrarnos una sociedad que de forma inevitable se va a ganar al lector. Un mundo que deja con ganas de más y del que a buen seguro terminaremos pensando que si la punta del iceberg que nos deja entrever es tan fantástica, lo que hay bajo el agua debería ser algo verdaderamente grande. No sé si en algún momento ampliará con otros libros lo que aquí se ha contado, pero aquí tendrá un lector si decide hacerlo.


En otras circunstancias, se habrían tirado los unos al cuello de los otros, pero esta noche comparten el mismo espacio y cuidan sus modales. Porque esto es Nueva Orleans, uno de los pocos territorios no alineados de los ahora rotos Estados Unidos.

                            Trepadora.




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