1882, de Tomás Sendarrubias

 


Sinopsis:

Hace unos años, un día como cualquier otro, la Luna se rompió en el cielo. Ese fue el día en el que todo cambió. La magia se manifestó en la Tierra, y con ella, hadas, monstruos... y dragones.

Hoy, el asesinato de un joven de la clase dirigente de Nueva Orleáns, obliga al inspector Raoul Jordan a luchar contra conspiraciones políticas, cultos ancestrales, intereses arcanos... y el horror que acecha en los pantanos de la ciudad.

Y la verdad quizá sea algo tan terrible que pueda destruir el propio mundo.


Ficha:

Título: 1882.

Autor: Tomás Sendarrubias.

Editorial: Autopublicado.

Portada: Luis Viéitez.

Número de páginas: 237 (361 en digital).



Sobre el autor:

Tomás Sendarrubias nació en Madrid, en 1978, año de la Constitución, de la publicación de los relatos de terror de Stephen King reunidos como El Umbral de la Noche, y del estreno de Grease en los cines. Un 25 de julio a mediados de los 80 se encontró por azar con El Señor de los Anillos en su versión cinematográfica de Ralph Bakshi, también de 1978, y a partir de ahí, su vida dio un vuelco al adentrarse en la Fantasía Épica y el mundo creado por Tolkien. Medievalista, jugador de rol, fanático de los cómics y lector compulsivo, se considera ante todo un narrador de historias.

Ha escrito obras de teatro, cuentos cortos y la novela breve El Rey del Alba Escarlata, además de haber participado en compilaciones como Para el Maestro, un homenaje a Terry Pratchett o Retratos de Hielo y Fuego. Con Las Reinas del Trueno, concluye Las Crónicas del Dios Muerto, de la que también forman parte Las Cortes de la Tormenta y La Guerra Relámpago. Actualmente, colabora creando aventuras para juegos de rol como Esoterroristas, The Dee Sanction o El Rey del Invierno.



Reseña:

La Luna se ha roto y con este suceso, prácticamente cualquier ser de nuestro ideario fantástico tiene cabida en el libro de Tomás Sendarrubias. 1882 es una obra que hilvana la novela policíaca con la fantasía de forma muy satisfactoria para el lector.

Estamos en Nueva Orleans, en un mundo distópico en el que Estados Unidos está en una posición de debilidad y españoles e ingleses han aprovechado esto para reclamar territorios con los americanos en el centro de ambos como elemento generador de equilibrio. Un equilibrio inestable que puede verse roto por el asesinato de un joven inglés de notable relevancia. A partir de aquí, tendremos vudú, necrófagos, hombres lobos, dragones, sidhes (una suerte de hadas de tradición irlandesa) y otros seres que es mejor guardarse para que sea el lector quien se sorprenda descubriéndolos. 

Tomás nos arrastra a un mundo espectacular, en el que además nos expone mediante la ruptura de la narrativa habitual del resto de la novela, eventos y sucesos que enriquecen su universo. Sin entrar en destripes, puedo adelantar que nos encontraremos un pasaje que hará las delicias de los amantes de Malaz y otro que nos traerá al recuerdo la situación de algún famoso personaje del Drácula de Bram Stoker.

El universo de 1882 sustenta por sí solo el interés por la novela, pero además tenemos una acción que discurre alrededor del asesinato que mencionaba anteriormente. Raoul Jordan, el protagonista, recorrerá Nueva Orleans y sus alrededores buscando desentrañar el misterio, topándose con todo tipo de personajes. Es durante esta búsqueda donde Tomás introduce temas tangenciales que por la ubicación de la historia y por la época en la que acontece, pareciera de obligada presencia. El racismo hará acto de presencia y distintos tipos de fanáticos desfilarán por las páginas del libro. Esta discriminación racial no es la única que entrará en juego a la hora de llamar nuestra atención sobre distintos aspectos diferenciadores habituales en nuestra sociedad pasada y actual. Tomás crea, dentro de su mundo mágico, otras formas de segregar y de repudiar a los demás. 

En cuanto a los personajes, principales y secundarios tienen una fuerza muy destacable. Hay quienes esconden sus cartas para tomar protagonismo poco a poco o en la recta final y otros desbordan carisma desde el primer momento. Algunos secundarios son tan interesantes y se perfilan con tan pocas pinceladas, que dejan con ganas de profundizar en ellos muchísimo más. Quién sabe, quizá Tomás pueda traerlos de vuelta en un futuro., 

Y es que la magia que impregna todo, tiene su esencia en orígenes tan distintos, ya sea a nivel cultural o mitológico, que el abanico de personajes es realmente sorprendente e increíblemente diferenciado. La sensación de que esta historia podría haber abarcado cientos de páginas más está ahí, pero también la de que el ritmo es tan alto que las piezas funcional a las mil maravillas tal cual están pensadas y engranadas. Siempre está pasando algo. La historia no para de avanzar, no dejamos de conocer a personajes nuevos en todo momento y continuamos profundizando en otros hasta llegar a un final de esos de los que tienes ganas de hablar con los demás y que podría motivar la lectura de cualquier aficionado al género pero que, por motivos obvios, no puedo extenderme en explicar aquí.

1882 es un libro autoconclusivo que cierra y lo hace muy bien, pero que deja como digo, con ganas de mucho más. Aunque su arco narrativo principal queda resuelto, el mundo que se nos muestra nos genera la necesidad de ir más allá, aunque sea en otro tiempo y con otros protagonistas. 

En definitiva, 1882 me ha encantado. Me ha dejado satisfecho a todos los niveles y a la vez me ha dejado con ganas de más aun siendo consciente de que la historia funciona fenomenal como libro único. Es una de esas novelas que llamamos "pasapáginas" en el buen sentido. Engancha y divierte. Es, lo que podría decir sin temor a equivocarme lo más mínimo, el tipo de libro que me gusta leer


Hablar de lo que no se es no es lo mismo que revelar quién se es.
                                                                   Vorhees.

Comentarios

  1. Me encantó la Reseña, sube a primeros en mi pila, para leerlo pronto

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